Pese a la sequia monetaria y a la fuerte retracción del consumo, la inflación no se detiene. En el noviembre se registró una suba de 3,2 y en lo que va del año acumula un incremento del 48,5%, según informó INDEC.
Al borde del 50% anual, es la mayor cifra registrada desde 1991, cuando finalizaba el proceso hiperinflacionario. En esa ocasión, la inflación demolió al poder adquisitivo de los ingresos y provocó la destrucción del consumo interno.
Este año terminará con índices inflacionarios 35 puntos porcentuales por arriba de lo previsto por el Gobierno Nacional, el cual era del 15% para todo el 2018. El primer cuatrimestre comenzó con un aumento de precios entre 1,8% y 2,7%.
Aunque el estallido cambiario y la profundización de la política de subas tarifarias y el incremento de los combustibles fueron lo que llevó la inflación mensual al 3-4% entre junio julio y agosto.
Pero con el nuevo salto del dólar hasta los $40, septiembre y octubre marcaron el peor panorama inflacionario desde 2015: subas de 6,5 y 5,4%. Aunque se desaceleró en noviembre, el valor de la suba de precios mensual sigue siendo muy alta.
El rubro de alimentos y bebidas fue el que más padeció la inflación en noviembre, con una suba del 3,4% en relación a octubre. Lo que se debió a la actualización de precios como el arroz blanco (6%), los fideos secos guiseros (6,7%) o las hamburguesas (6,3%).
Además, entre los lácteos, la leche entera subió 7,6%, el queso cremoso hizo lo propio con 3,7% y el yogur firme un 21,4%. Por su parte, en las bebidas, la Coca-Cola aumentó 4,9%, el agua sin gas un 7,2%, la cerveza un 13,6% y la yerba mate un 3,8%.
Cabe destacar que la medición realizada por INDEC sobre determinados productos puntuales manifiesta el grado de impacto que tuvo la inflación en los hogares con menos recursos que el resto.