La fiscalía ante el Tribunal Oral en lo Penal Económico Nº 1 planteó que el empresario de la carne Alberto Samid debe volver a la cárcel, al dictaminar a favor de revocar su arresto domiciliario y el régimen de salidas laborales del que goza.
"No es posible, a mi juicio, asumir un temperamento más benigno, pues es claro que el condenado Samid tiene serias dificultades para la asimilación de normas elementales de conducta ", sostuvo el fiscal Gabriel Pérez Barberá en su dictamen ante el Tribunal.
La fiscalía se pronunció así luego que Samid fuera filmado en una parrilla del partido bonaerense de Ramos Mejía el 21 de junio pasado, durante feriado nacional, almorzando con dos amigos.
Samid está condenado a 4 años de prisión por asociación ilícita y goza de arresto domiciliario con tobillera electrónica mientras la Corte Suprema de Justicia resuelve un recurso contra esa pena.
"Ha quebrantado injustificadamente su obligación de permanecer en su domicilio particular, dado que no cumplió las condiciones impuestas por el Tribunal", agregó el fiscal.
Con esos argumentos, entendió que "corresponde revocar" los beneficios al en su momento considerado, allá por los años 90’, como “el rey de la carne”, que terminó preso por evasión impositiva.
Aplausos a mi vecina que escracho en Paja Rota de Ramos Mejía a Samid violando la prision domiciliaria.#LaMatanza pic.twitter.com/0CVettpnik
— Ulises (@uliseslenz) June 21, 2021
El pasado lunes 21 de junio una clienta increpó, filmó y echó del bodegón a Samid y sus dos amigos, al grito de “andate chorro, ladrón, mafioso”, entre otras expresiones vertidas por la mujer.
El empresario de la carne luego sostuvo que había ido al lugar a dejar un pedido de carne, algo que fue desmentido por los dueños del comercio, de nombre "Paja Rota".
Vale recordar que Samid fue condenado en 2019 a cuatro años de prisión por asociación ilícita y evasión del Impuesto al Valor Agregado (IVA) en la comercialización de carnes.
Luego, la mujer que filmó el video habló con medios nacionales. “Sentí una tremenda indignación. Incluso me enojé con varios de la mesa que estaban con nosotros, porque todos protestaban y nadie se animaba”, dijo Norma.
“Entonces, con una amiga nos levantamos y lo fuimos a encarar porque sentimos vergüenza ajena de lo que ha hecho esta gente. Ellos nos miraban como si fuesen angelitos”, se quejó la señora.
