jueves, abril 25, 2024

Alerta entre los titulares de bingos bonaerenses por la avanzada de Vidal contra el sector

Las alarmas se dispararon luego del cierre de los casinos de Necochea, Mar de Ajó, Valeria del Mar y el bingo de Temperley. "Nuestra intención es seguir restringiendo la oferta del juego", dijo la gobernadora.

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La decisión de la gobernadora María Eugenia Vidal de cerrar los casinos de Necochea, Mar de Ajó, Valeria del Mar y el bingo de Temperley, encendió las alamas entre una veintena de empresarios del sector ante el vencimiento de más de las mitad de las licencias de bingos bonaerenses.  

Durante el anuncio la mandataria afirmó que “en la medida en que vayamos equilibrando las cuentas públicas, nuestra intención es seguir restringiendo la oferta del juego” y agregó que el recupero de parte de los recursos del Fondo del Conurbano habilitaría “pensar” en cerrar salas de juego.

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Es que si la gobernadora consiguiese la reelección, dentro de un eventual segundo mandato, según datos del Instituto de Lotería y Casinos de la provincia se vencerán 25 de las 45 licencias de bingos. A esto hay que agregar el casino Sasso, de Mar del Plata, a cargo del gastronómico Luis Barrionuevo, que vence en 2019, y el de Sierra de la Ventana, del Grupo Paoletti, que finaliza en 2021.

Con seis salas en juego, la empresa que más arriesgará será Codere: en 2021 se vencen las licencias de tres bingos de Mar del Plata y uno de Lomas. Y en 2022 vencerán las licencias de la sala de La Plata y de Lanús.

Otra firma que arriesga mucho es la UTE formada por Hipódromos de Palermo y Ricardo Benedicto, exsocios de Cristóbal López: en 2021 vencen las licencias de los bingos de Ezeiza, Los Polvorines y Olavarría.

En tanto, en 2021 vencerán las licencias del bingo de Bahía Blanca, operada por El Chalero SA y de la sala de Tres Arroyos. También el bingo de Moreno, vinculado a Nazareno Lacquaniti y las dos salas de Berazategui, de la firma Stepako SA.

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Desde el sector remarcan que la ludopatía en Argentina es “muy baja” frente al resto del mundo y que falta una “mirada moderna” del Estado. Además, apuntaron a que los bingos pagan más impuestos que cualquier otra actividad, pero que el Estado no está controlando el creciente juego online, que no tributa.

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