En el medio de la elaboración de la Ley Fernando, que busca aplicar “mano prohibida” a los rugbiers por su fortaleza física, el Biguá Rugby Club de Mar del Plata anunció la incorporación de cuatro nuevos ítems al reglamento de la entidad para evitar la violencia dentro y fuera de la cancha.
El primer punto elimina “por completo” la ingesta de alcohol en los terceros tiempos de todos los partidos en todas las divisiones del club a partir del primer partido oficial del 2020. Aplica a jugadores, cocineros, entrenadores y dirigentes de la institución.
En segundo lugar, Biguá desterró “cualquier tipo de práctica de iniciación o bautismo que contenga acciones violentas y/o invasivas, dentro y fuera del club”. Incluye viajes y giras y apunta, principalmente, a terminar con rituales que supuestamente fortalecen la masculinidad en el ámbito del rugby.
La tercera iniciativa de la institución es la organización de ciclos, tanto para el club como para jugadores, sobre temas vinculados a la violencia de género, noviazgos violentos, comportamiento en grupos de rugbiers y adicciones, entre otros. “Serán obligatorios”, asegura el comunicado.
El último punto busca poner en conocimiento el reglamento interno del club en todos los jugadores. “Actuará el tribunal de disciplina en cada acción incorrecta que se dé dentro y fuera de la cancha”, avisa el reglamento de la entidad.
“Recogiendo el guante de lo ocurrido y sintiendo el terrible dolor de la familia de Fernando como propio, sin culpar al rugby 100%, pero sí haciendo mea culpa de la parte que nos toca, nos gustaría seguir fomentando los valores y buenas costumbres que tiene este deporte”, concluye el comunicado de Biguá.
En paralelo, el “efecto rugbier” provocó distintas iniciativas políticas, como la creación de una “Ley Fernando” en la Legislatura bonaerense, que apunta a que los rugbiers tengan la “mano prohibida” dada su contextura física. Este agravante tiene jurisprudencia sobre boxeadores y judocas, aunque no está regulado por ley.
Por otro lado, el intendente de Villa Gesell, Gustavo Barrera, prohibió en todo el distrito el consumo de alcohol en la vía pública; en Junín, el jefe comunal Pablo Petrecca avanzó con una regulación para que los “patovicas” se sometan a controles de alcoholemia antes y durante la jornada laboral.