“Se murió porque era pobre. Si hubiera tenido obra social se hubieran preocupado en revisarla, pero a los pobres ni nos miran”, relata con crudeza uno de los hermanos de Romina una de las mujeres que murió por un aborto clandestino tras el rechazo de la interrupción voluntaria del embarazo en el Senado.
Romina Fernández, mamá de cuatro hijos, fue enterrada el 13 de agosto en Pilar. Había llegado el 8 de ese mes al hospital Sanguinetti por un aborto ilegal. Estuvo bien unos días pero finalmente se descompensó por una infección en los pulmones que de inmediato le tomó los riñones y terminó en un shock séptico.
“La entendía aunque no compartía, ahora la entiendo más aun. Es una decisión de una, hay que saber eso. Y su cabeza, me la imagino. Porque tenía mucha carga emocional. Se había separado hacia poco del papá de Azul, la más chiquita, y pasó casi todo julio internada por neumonía”, detalló Ana Fernández, su hermana, a Página 12.
“Cuando falleció, pedí que me dieran la historia clínica, quería saber todo lo que habían hecho. Y no me la quisieron dar. Nosotros al principio no pensamos, la velamos, la enterramos el lunes. Después del shock nos empezamos a dar cuenta. Si del aborto había salido bien, ¿por qué no controlaron todo?”, se interrogó Miguel, otro hermano.
