Los diputados provinciales están desocupados y no porque hayan perdido su trabajo sino porque hace más de cuatro meses que no se desarrollan sesiones legislativas en la Cámara baja bonaerense, el periodo más extenso desde el retorno democrático en 1983.
La última vez que los legisladores se vieron las caras dentro del recinto fue el 9 de mayo cuando aprobaron el pedido de licencia del presidente de la Cámara, el macrista Manuel Mosca, acusado por abuso sexual por una militante.
Desde entonces, la Presidencia quedó de manera interina a cargo de la diputada de Pigüé, la peronista Marisol Merquel, que aunque mantuvo un papel conciliador con el oficialismo fue vista de reojo por los alfiles del Pro.
En el medio, a los diputados los alcanzó la campaña electoral y las Primarias, donde muchos estuvieron ocupados en renovar su banca y otros se postularon como candidatos para la intendencia de sus distritos.
El monto que se llevan en el bolsillo los legisladores no es menor: $101.000 con los viáticos incluidos. Una dieta bastante elevada para cerrar las puertas de la Legislatura por tantos meses y en medio de una situación de crisis económica crítica.
Según los datos de la Secretaría Legislativa, este año sería el que menos sesiones se desarrollaron en el recinto desde el retorno de la democracia en 1983 y ni siquiera en años más convulsionados o de elecciones fue tan baja la actividad.
Lo cierto es, que las sesiones de este año en Diputados fueron el 1, 7 y 21 de marzo, la última del 9 de mayo y en medio dos extraordinarias con pedidos que no tuvieron un buen futuro.
Los años con más actividad en la Cámara fueron los posteriores a la primavera democrática, en 1984 se realizaron 43 sesiones y en 1986, 1988 y 1990, 34 encuentros en el recinto.
