Los jefes de bloque del PRO en la Legislatura bonaerense, Christian Gribaudo en el Senado y Matías Ranzini en la Cámara de Diputados, caminan sobre arenas movedizas. Los dirigentes políticos que responden a Daniel “Tano” Angelici y a Cristian Ritondo, transitan el laberinto político al que La Libertad Avanza arrastró a Propuesta Republicana.
El antecedente directo es el convulsionado 2024 cuando los bloques PRO sufrieron varias fugas hacia los espacios libertarios de la Legislatura bonaerense. El partido amarillo, esmerilado por La Libertad Avanza, afronta una profunda crisis identitaria que lo lleva a un callejón que, por ahora, no tiene salida.
En Diputados el grupo bullrichista abrió la tranquera con el pase de Florencia Retamoso, Sofia Pomponio, Abigail Gómez, Oriana Colugnatti y Fernando Compagnoni, y luego se sumó Juan José Esper, mientras que el Senado bonaerense las que pegaron el portazo fueron la mediática Florencia Arietto y la ex presidenta del partido amarillo en la provincia, Daniela Reich, y el ex ministro bonaerense, Joaquín de la Torre.
Ahora, el reciente guiño de varios intendentes del PRO de salir a apurar un acuerdo electoral con La Libertad Avanza, a contrapelo de la postura de Mauricio Macri, hizo transpirar a los titulares de bloque amarillos. El pelotón de dirigentes que son proclives a un acuerdo con los libertarios controlan bancas en la Legislatura bonaerense.
Uno de ellos es Néstor Grindetti que en los últimos días renunció a su cargo en el Gobierno porteño y se acerca cada vez más a Las Fuerzas del Cielo. El ex intendente de Lanús ya cuenta con colaboradores en la estructura del Ejecutivo nacional, como su ex director de Seguridad, Diego Kravetz, que ocupa el segundo lugar en importancia de la SIDE.
Además, Grindetti suma la banca del ex presidente del Concejo Deliberante de Lanús, Jorge Schiavone, en el Senado bonaerense, y con la de su mano derecha en la Legislatura, Adrián Urrelli, que preside una de las vicepresidencias de la Cámara de Diputados hasta diciembre que viene.
Otros de los que le dieron un “guiño” al Gobierno nacional de Javier Milei fueron el diputado nacional Diego Santilli y el intendente de Mar del Plata, Guillermo Montenegro, con la foto en el restaurante de Cabo Corrientes, junto a los ex presidentes de bloque Agustín Forchieri y Alejandro “Ruso” Rabinovich. Al “Colo” también responden el tandilense Martín Endere y el ex funcionario porteño Gustavo Coria.
“Hay que trabajar con La Libertad Avanza para sacar al kirchnerismo de la provincia, su última guarida, donde cada día los argentinos sufrimos un nuevo homicidio. Es el momento de priorizar una provincia normal ante las mezquindades personales: si vamos juntos en 2027 ganamos la Provincia y terminamos con los K”, apuntó Montenegro a la prensa.
En efecto, varios dirigentes buscan que no se repita la interna destructiva que protagonizaron Santilli y Grindetti en 2023 en su afán por llegar a la Gobernación bonaerense. Esa obstinada disputa le terminó pavimentando el suelo a Axel Kicillof para obtener un segundo mandato y a Milei para llegar a la Casa Rosada.
De este modo, Gribaudo y Ranzini deberán jugar en una cancha en la que el PRO viene perdiendo peso respecto a La Libertad Avanza, que en la Cámara de Diputados le empató la segunda minoría y en el Senado bonaerense recorta distancia con la Unión Cívica Radical y la bancada amarilla.
Condicionados por un año de reacomodamientos que tendrá impacto en la Legislatura bonaerense, los nuevos jefes del PRO deberán ejercitar una cuota extra de diálogo y de cintura política para llevar a buen puerto dos bancadas que por estas horas ya alcanzaron los 100° y se encuentran en punto de ebullición.
Se trata de dos dirigentes políticos con trayectoria legislativa que prefirieron cultivar un bajo perfil, quizás por el poco afecto al quehacer parlamentario del que se quejan algunos de sus compañeros de bancada.
Gribaudo y Ranzini pondrán a prueba su traje de jefes de bloque. El desafío de ambos es conseguir a estar a la altura, para que ese traje no se estire tanto hasta que les quede grande o, peor aún, que se termine por deshilachar. De momento, habrá que ajustarse los cinturones. En dos semanas inicia el período de sesiones en la Legislatura.
