Por: Gustavo Traverso (*)
Sin alejarse un centímetro de la herencia histórica del no alineamiento y en la senda doctrinaria de la autonomía y la soberanía nacional, el peronismo -movimiento nacional y popular- apela a sus reservas conceptuales y ofrece, una vez más, el mejor camino posible para la salida del atolladero en que nos metió el neoliberalismo.
Mientras la Argentina atraviesa por uno de los momentos más críticos de la negociación con el FMI, se produce una de las noticias más esperadas de los últimos años: la incorporación definitiva de Argentina a los BRICS, bloque económico y político conformado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. Este importante objetivo se logró gracias a los lineamientos de nuestra política internacional y a la perseverancia estratégica de Lula.
El mundo de la post pandemia, la financiarización y la hegemonía de los países centrales cruje. Mientras tanto, los pueblos de las periferias no solo ofrecemos nuestras materias primas, sino que también impulsamos alternativas de desarrollo productivo, creativo y sustentable.
Este reagrupamiento plural, que incorpora Estados Nacionales tan independientes como diferentes, se propone generar los contrapesos indispensables para hacer menos injusto a un mundo unipolar y diseñado por la cultura del descarte.
La coordinación estratégica entre las Naciones en desarrollo, así como la creación de instituciones financieras basadas en acuerdos de reservas contingentes y no en imposiciones extorsivas, cambiarán radicalmente las potencialidades reprimidas de cientos de economías regionales.
La puesta en valor político de quienes sustentamos el 24% del PBI del mercado mundial y del 40% de la población puede incidir definitivamente en el surgimiento de un nuevo orden global más justo.
Iniciamos una etapa fundacional en nuestra inserción internacional y nos encuentra de cara a un proceso electoral decisivo y transcendental para decidir qué de país queremos.
Quienes intentaron atar nuestro futuro a las necesidades excluyentes de los países centrales, ahora imaginan para nuestro país una nueva factoría y un horizonte sin moneda. Solo disputan la representación de los sectores más concentrados, pero se quedan mudos ante el precipicio al que ellos mismos nos empujaron.
Está claro que nos tocó un tiempo difícil, nadie duda de que cometimos errores y de que hay debates abiertos. Pero estamos seguros que está en nuestro ideario y en nuestras manos la posibilidad de retomar el camino de la Patria Justa, Libre y Soberana.
(*) El autor es director de Relaciones Internacionales del Honorable Senado de la Provincia de Buenos Aires y exlegislador bonaerense por la Cuarta sección electoral.
