Es la peor publicidad posible para estas vacaciones de invierno y la próxima temporada de verano, por lo menos aquellos amantes de los animales. El histórico crucero turístico Anamora de Mar del Plata fue acusado por diferentes grupos ambientalistas de “hostigar” a un grupo de ballenas francas. Los cuestionamientos también pesaron para un velero que siguió la misma actitud de Anamora.
Los integrantes de la Mesa Interinstitucional para la Conservación de Ballenas Francas cuestionaron a las dos embarcaciones privadas por “acosar” a un grupo de ballenas francas que fue avistado entre Playa Chica y Cabo Corrientes. “Comenzaron a acercarse a las ballenas, con el objeto de interactuar con ellas a distancias muy cercanas”, explicaron los ambientalistas.
“Estas maniobras (del Anamora) incluyeron la persecución del ejemplar desde atrás, acercamientos a menos de 5 metros y, en el caso del velero, acercarse a distancias de colisión. Estas acciones no solo presuponen un accionar irresponsable para con las ballenas, sino también poner en riesgo las personas embarcadas”, observaron.
Desde la Mesa Interinstitucional para la Conservación de Ballenas Francas consideraron que las maniobras que llevó adelante el Anamora y el velero Sureño “disturban el comportamiento natural de los animales y hacen que, como en este caso, los ejemplares abandonen rápidamente el lugar“.
“En este caso, el desplazamiento de las ballenas a zonas más alejadas de la costa, impidió que decenas de personas pudieran seguir disfrutando de su presencia observándola desde la costa. El comportamiento irresponsable de un grupo de personas, impidió el disfrute de muchos”, reprocharon.
Vale aclarar que, en 2013, la ordenanza 21.439 declaró de interés municipal la preservación de las ballenas francas en sus aguas, y recomendó”la prohibición de acercamiento a una distancia menor a doscientos metros del ejemplar y/o persecución, navegación, natación y buceo con ballenas“.
En rigor, los especialistas sostienen que “Mar del Plata es un pasaje migratorio norte sur”, por lo que consideran “fundamental evitar interferir en la línea migratoria” para no modificar el recorrido natural que seguiría la ballena franca. Además, recomiendan que los avistajes desde el agua sean a más de 300 metros.
