jueves, abril 18, 2024

Se cierra el cerco sobre los dueños del odio

Pasadas 48 horas del atentado a Cristina Kirchner en esta columna se planteó que el intento de magnicidio estaba vinculado a un tercer actor que opera en las sombras para beneficiarse de la grieta, la polarización y el caos político. Una semana después se cierra el cerco sobre los dueños del odio.

Por Juan Manuel Negri (*)

Cuando todavía la dirigencia política no podía salir del estado de conmoción, a tan sólo 48 horas del atentado a Cristina Kirchner, en esta editorial se planteó que el intento de magnicidio no sólo era consecuencia del clima de odio que se sembró con paciencia en la Argentina, sino tendría relación directa con un tercer actor, el poder real, que opera en las sombras para beneficiarse de la grieta, la polarización y el caos político.

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Una semana después se cierra el cerco sobre los dueños del odio.

Ese mismo domingo, apenas unas horas después, empezaron a aparecer los indicios. El primer elemento que emergió fue el misterioso “reseteo de fábrica” que sufrió el celular del principal acusado, Fernando Sabag Montiel, en la causa más importante, de interés nacional, que tramita en Comodoro Py. El dispositivo pasó por las manos de técnicos de la Policía Federal, por las de empleados del juzgado federal Nº5, a cargo de la jueza María Eugenia Capuchetti, y posteriormente por las de expertos de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA). En ese trayecto el celular del agresor terminó “reseteado”.

La técnica de la PSA que compareció por el episodio, Camila Serén, negó que haya podido ser un “error manual”, y explicó que podría ser producto de un “error en la extracción”, o bien resultado de un “borrado remoto”, posibilidad que tempranamente puso sobre la mesa la hipótesis de un atentado planificado con participación de otros actores.

Posteriormente, la detención de Brenda Uliarte, la novia de Sabag Montiel, comenzó a abrir la caja de pandora. En primer lugar, los investigadores hallaron imágenes que muestran a la joven a metros de su novio segundos después de que le apuntara con una pistola apta para disparar a la Vicepresidenta, algo que la joven había negado. En paralelo, determinaron que Gabriel Carrizo, uno de sus supuestos amigos, también estuvo en Recoleta, cuando la Argentina estuvo al borde del abismo.

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Con el correr de las horas, los pesquisas comenzaron a encontrar cada vez más señales de que el atentado a Cristina Kirchner. Entrecruzamientos de llamadas, horas de videos e imágenes de cámaras de seguridad, evidenciaron un trabajo de espionaje previo, del que participaron diferentes integrantes de la “banda de los copitos”, que usaron el emprendimiento como pantalla para deambular durante días en las inmediaciones de la casa de Cristina Kirchner.

La secuencia toma fuerza con los perfiles de los detenidos, que tienen todos los condimentos para ser manipulados.

Sabag Montiel tuvo a sus dos padres presos por robo en Brasil. Las descripciones de su entorno lo clasifican como una persona “inestable”, “errática” y “mitómana”. También lo califican como un “mutante”: fue fanático del death metal, skater, músico y evangélico acérrimo. En sus redes sociales seguía a organizaciones esotéricas, logias masónicas y rosacruces, además de los tatuajes nazis estampados en su brazo. Varios de sus conocidos coinciden en que es un “marginado”, un “paria”, que no tenía “nada que perder”.

Por su parte, Brenda Uliarte fue abandonada de chica, abusada, perdió un bebé a los siete días de vida, no tiene contacto con su padre, a su madre hace años que no la ve y su abuela que la crio falleció. Entre otras cosas, la joven de 23 años vivía de vender material erótico. En las redes Uliarte seguía a cuentas liberales, replicaba mensajes de odio contra el Gobierno y tenía creados varios alter egos virtuales, con los cuales llegó a simular un suicidio.

El que encajó varias piezas en su lugar fue el diputado nacional, Rodolfo Tailhade, un viejo conocedor del mundo de la inteligencia. El legislador dijo que percibe “claras vinculaciones con sectores de inteligencia” por la “información precisa”, el “financiamiento” y la “logística” con la que contaron los dos detenidos. Tailhade también sostuvo que la banda de los copitos tiene “un perfil que claramente pudo haber sido creado por servicios de inteligencia, como han hecho históricamente”.

La misma senda recorrió el exmiembro de la CIA, Guillermo Cueto, un experto en operaciones clandestinas que evaluó el intento de magnicidio como “un montaje” que “no se puede planificar de un día para el otro” y lo relacionó con el accionar de “un movimiento político que envuelve a personas de mucho poder”.

En la editorial del domingo pasado rápidamente se emparentó el atentado a Cristina Kirchner con otros sucesos judiciales como la muerte del fiscal Alberto Nisman, los trasnochados bolsos de José López y los llamados cuadernos de la corrupción, que multiplicaron los discursos de odio, promovieron la polarización y alimentaron al desorden político, un escenario donde los únicos que ganan son los dueños del odio.

En este espacio también se dijo que el intento de magnicidio, lejos de reestablecer un nuevo pacto democrático, empujaría el crecimiento de la grieta política, donde el poder real sobrevuela como un ave de carroñera. Rápidamente oficialismo y oposición, pese a enhebrar algunos pocos consensos como en la Cámara de Diputados nacional y en la Legislatura bonaerense, le echaron nafta al fuego de la polarización, que será determinante en las elecciones 2023.

Durante la semana hubo acusaciones de usar “partidariamente” el atentado a Cristina Kirchner, tanto en el Senado nacional, como en las escuelas bonaerenses, como en la misa por la paz que celebró en la Basílica de Luján, sin ninguna figura central de Juntos por el Cambio. Una posible ley para regular los discursos de odio, otra para penar el lawfare, el avance de la causa Vidalidad, y la fallida convocatoria al diálogo nacional, por mencionar algunos ejemplos, también demostraron que la grieta no sólo sigue ahí, sino que se continúa ensanchando.

A diez días del atentado, se cierra el cerco sobre los dueños del odio, de las balas y de la Argentina, que le pusieron una pistola en la cabeza a Cristina Kirchner y también a la democracia, a la vista de todos.

(*) El autor es director diario digital Diputados Bonaerenses.

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1 COMENTARIO

  1. TODO ES UNA PORQUERIA QUEDA MUY POCO COMO ESPERANZA DESARROLLO Y
    PAZ..

    LOS PERONISTAS Y LOS MACRISTA LE FALTA SABER
    LLEVAR MEJOR SUS RELACIONES
    USAR AL PUEBLO CONTRA MACRI O CRISTINA SIRVE UN
    RATO Y DESPUES SE OLVIDA
    Y EMPIEZA UNA GRIETA MAS
    MAS GRANDE.

    PARECE QUE NO TENEMOS
    MEMORIA Y APRECIO POR
    NUESTRO PUEBLO

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