viernes, abril 19, 2024

Ricardo Alfonsín recordó el levantamiento carapintada: “La casa nunca está en orden”

El embajador argentino en España, Ricardo Alfonsin, reeditó la histórica frase de su padre a 35 años del levantamiento carapintada. “La casa nunca está en orden”, dijo.

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El embajador argentino en España, Ricardo Alfonsín, recordó hoy el levantamiento carapintada que en la Semana Santa de 1987 desafió a la autoridad de su padre, el expresidente Raúl Alfonsín, y puso en vilo a la democracia argentina, a la vez que consideró que “la casa nunca está en orden”.

Al rememorar la frase que pronunció su padre cuando se dio por terminado el levantamiento carapintada, “La casa está en orden, felices pascuas”, Ricardo Alfonsín advirtió que “nunca está en orden la casa” debido a que “nunca las cosas se solucionan definitivamente ni en lo económico, ni en lo político, ni en lo social”.

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“Argentina corría el riesgo de que se interrumpieran las instituciones de la democracia, que volviéramos a los golpes militares, que asesinaran al presidente de la República o que lo secuestraran, que se enfrentara un sector del ejército con el otro”, recordó el embajador argentino en España, Alfonsín.

En este sentido, Ricardo Alfonsín admitió que “teníamos miedo de que se interrumpiera la democracia como en otras ocasiones y que volvieran los golpes militares”. “Gracias a Dios se pudieron resolver las cosas con el apoyo de toda la fuerza política y el conjunto de la sociedad; y continuamos hoy con el período de la historia más larga desde el punto de vista de las instituciones democráticas”, destacó.

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Consultado sobre asuntos de actualidad, el embajador Alfonsín consideró que “el gobierno está sufriendo una gran incomprensión” y resaltó “las dificultades económicas terribles” que tuvo que enfrentar “antes de la pandemia”. “Luego de la crisis sanitaria las cosas se complicaron muchísimo más”, reconoció.

“Las decisiones no dan resultados inmediatamente, hay que hacer un esfuerzo grande para informar a la gente, para que la opinión pública no se confunda y no crea que (el gobierno) va a resolver una situación difícil heredada, más la pandemia y la guerra, con políticas como las que se aplicaron del 2015 al 2019″, justificó Alfonsín.

Por último, Ricardo Alfonsín se refirió en declaraciones radiales a la interna radical. “No pertenezco al partido de gobierno y sigo manteniendo las convicciones radicales más allá de las muchas diferencias que lo distancian de lo que están haciendo los dirigentes de la UCR·.

“El radicalismo se ha aliado en 2015 con una fuerza de derecha, neoliberal. Para mi punto de vista, la alianza con el PRO es contra natura”, expresó Ricardo Alfonsín y aseguró: “Raúl Alfonsín jamás hubiera trabajado para esa alianza“.

En qué consistió el levantamiento carapintada

35 años del inicio del levantamiento carapintada de Semana Santa de 1987 liderado por el teniente coronel Aldo Rico, que comenzó el 16 de abril de 1987 y se extendió hasta el domingo 19, cuando los militares sublevados se rindieron tras firmar un acta acuerdo con Raúl Alfonsín, que luego aseguró la recordada frase “La casa está en orden, Felices Pascuas”, ante una Plaza de Mayo colmada a favor de la democracia.

A menos de cuatro años del fin de la dictadura en diciembre de 1983, un alzamiento carapintada amenazaba nuevamente la continuidad del proceso democrático, lo que puso en vilo a la sociedad, que en todo el país salió en masa a reclamar el cese del amotinamiento militar y a apoyar al gobierno radical.

Durante más de cien horas, los carapintadas tuvieron en vilo al país reclamando una “solución política” para cientos de citaciones judiciales contra oficiales por las graves violaciones a los derechos humanos. El levantamiento comenzó el 16 de abril de 1987 y se extendió hasta el domingo 19, cuando los militares sublevados se rindieron.

El inicio del conflicto tuvo origen dos días antes, cuando el entonces mayor de Inteligencia Ernesto ‘Nabo’ Barreiro, hoy condenado a prisión perpetua por delitos de lesa humanidad, se negó a concurrir ante la Justicia Federal por cargos de torturas y asesinatos, y junto a otros 130 militares se amotinaron en el Comando de Infantería de Córdoba.

La sublevación carapintada se generalizó el 16 de abril, cuando el levantamiento se extendió a otros cuarteles del país, siendo el epicentro la Escuela de Infantería de Campo de Mayo, donde los alzados eran comandados por Rico junto a Enrique Venturino, Gustavo Breide Obeid y Juan José Gómez Centurión, exdirector de la Aduana durante la gestión de Mauricio Macri.

En aquella época, las revelaciones que surgían en los juicios sobre los delitos de lesa humanidad que se habían cometido en la dictadura cívico militar exponían también las responsabilidades de los cuadros medios de las Fuerzas Armadas en el terrorismo de Estado, y el alzamiento carapintada buscaba frenar ese proceso.

La amenaza al orden institucional que implicaba el desafío con armas en la mano a la autoridad del Presidente elegido en las urnas zanjó cualquier diferencia política entre los dos principales partidos, el radicalismo en el Gobierno y el peronismo en la oposición, cuyos principales dirigentes se mostraron juntos y acompañaron al Presidente en la defensa de la continuidad democrática.

Esa postura conjunta quedó reflejada en la llegada a la Casa Rosada, en medio del alzamiento, de diputados y dirigentes encumbrados del PJ, como Antonio Cafiero, José Luis Manzano, Carlos Grosso, Oraldo Britos y José Manuel De la Sota, quienes se mostraron junto a Alfonsín.

En ese contexto, hubo una movilización popular espontánea en diferentes puntos del país, con un fuerte epicentro en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, donde hubo marchas multitudinarias en el Congreso y Plaza de Mayo.

En una vigilia histórica, se realizó un recital con artistas como Joan Manuel Serrat, Alberto Cortés, Piero, Nito Mestre, Mercedes Sosa, Antonio Tarragó Ross, Jairo y Osvaldo Pugliese.

La movilización popular en defensa de la democracia incluyó el intento de grupos de manifestantes de ingresar por la fuerza a la guarnición militar de Campo de Mayo, donde estaba Rico con el contingente de carapintadas, pero esa intención fue frenada por Alfonsín para evitar un derramamiento de sangre.

En ese contexto, la resolución del primero de los cuatro levantamientos carapintadas que paralizaron al país entre 1987 y 1990, llegó el domingo de Pascuas cuando Alfonsín viajó hacia Campo de Mayo para exigir la rendición de los sublevados luego de haber firmado entre todos los dirigentes de los partidos políticos un Acta de Compromiso Democrático en la Casa de Gobierno.

Ante una multitud en la Plaza de Mayo, Alfonsín anunció su traslado a Campo de Mayo para reunirse con los rebeldes, que exigían su presencia para rendirse, lo que provocó que vecinos de la dependencia militar y militantes políticos entraran por las inmediaciones del cuartel y se acercaran a metros de los carapintadas.

Finalmente, los sublevados se rindieron ante el Presidente y a las 18.07 de ese domingo el jefe de Estado aseguró desde el balcón de la Casa de Gobierno: “Compatriotas, Felices Pascuas. Hoy podemos todos dar gracias a Dios porque la casa está en orden y no hay sangre en la Argentina”, anunció Alfonsín, acompañado por dirigentes de la oposición.

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