(*) Por Melisa Greco
Tandil fue fundada por el Gral. Martín Rodríguez el 4 de abril de 1823 en el medio del valle serrano. Desde ese día, el espíritu de cientos de hacedores de la comunidad perdura en cada rincón, conjugando pasado, y presente, pero sobretodo futuro para las próximas generaciones.
Es un ejemplo de diversidad productiva y de cooperación público – privada como modelo de desarrollo, siendo una de las ciudades más pujantes de la provincia de Buenos Aires y también de la Nación. Y de acuerdo a un estudio de la Universidad del Centro (UNICEN), es el municipio bonaerense de población “intermedia” con mejor calidad de vida de la provincia de Buenos Aires.
Este Tandil es poseedor de un índice de calidad de vida que supera holgadamente la media nacional, es decir, que al crecimiento se le suman buenos indicadores de desarrollo, objetivo ineludible de un gobierno orientado al progreso que exhibe en términos relativos muy buenos índices de cobertura de los servicios fundamentales; en efecto, el servicio de agua corriente llega al 93% de los habitantes de la ciudad, el 85% accede al servicio de cloacas y un 98% de la población accede a los servicios eléctricos.
La visión de desarrollo de esta gestión local contiene la visión del desarrollo humano y social, lo cual implica que el crecimiento poblacional o económico de la ciudad está fundado en salud, en educación, en trabajo, en vivienda, cultura y deporte como pilares básicos para el desarrollo armónico.
En el valle serrano, el modelo económico para el desarrollo se construye desarrollo bajo la trascendencia de la gestión asociada público-privada, planificando de manera flexible, y promoviendo la cohesión social desde la integración: Universidad, Usina, institutos tecnológicos, empresas competitivas y financiamiento e inversión pública para agregar valor a los recursos. Todos estos elementos se conjugan para producir más y mejor y ganar mercados en el mundo con productos diferenciados de alto valor agregado.
Por la calidad de nuestra gente, nuestra idiosincrasia, nuestra cultura, es un faro en materia de salud, de energía, de industrias creativas, de agro, en el desarrollo de la investigación y la educación; y hoy es el ejemplo de punta en lo que es la avanzada económica, que es la economía del conocimiento.
Pero esta sinergia requiere de liderazgos que movilicen actores para poder articular con ellos estrategias para el desarrollo del territorio, y necesita utilizar el “nosotros y nosotras” si realmente se prioriza el desarrollo territorial por encima de las aspiraciones personales de los gobernantes. Esto, Tandil lo ha logrado.
En el desafío de pensar conjuntamente el Tandil del Bicentenario, el gobierno actual dejó algunos activos intangibles fundamentales como son cuatro Planes Estratégicos sectoriales (turismo, comercio, agroindustria y software), algo inédito para una ciudad intermedia; una Ley de Paisaje protegido que defiende y preserva nuestra identidad como lo es el faldeo serrano, un Plan de Ordenamiento Territorial para los próximos 20 años, un sistema de salud de punta y una manera de construcción conjunta entre el Estado y la Sociedad Civil que no tiene antecedente.
El Bicentenario nos marca el inicio de un nuevo camino. Una historia compartida. Un presente lleno de desafíos. Un futuro pujante. El Bicentenario de Tandil es el punto de partida que encuentra a una comunidad que trabaja de manera conjunta hacia nuevos logros.
(*) La autora es diputada bonaerense por la Quinta sección electoral, fue concejala electa de Tandil y ejerció durante dos períodos como presidenta de la Juventud Radical de su distrito. En lo académico, es profesora de historia por la Universidad del Centro de la provincia de Buenos Aires y tiene una Maestría en Ciencias Sociales, sistemas de gobierno y gestión local.
