domingo, mayo 12, 2024

La matriz de la corrupción ha sido condenada, por Andrés De Leo

El senador provincial de la Coalición Cívica, Andrés De Leo, realiza un análisis de la causa contra Cristina Kirchner que destapó Elisa Carrió en 2008.

(*) Por Andrés De Leo

En octubre de 2017, Julio de Vido ingresaba a los tribunales de Comodoro Py donde quedaría detenido diciendo: “Mándele champange a Carrió”. No era casual. Elisa Carrió en 2008 denunció a Néstor Kircher, Julio De Vido y otros por asociación ilícita. Corrían otros tiempos y la Justicia no se animaba a un Gobierno que iba colonizando la justicia desde la Procuración de la Nación sumariando a los fiscales que pretendían investigar la corrupción. Las causas caían.

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El restablecimiento del equilibrio en el poder en la Argentina modificó en parte ese temor y Jueces y Fiscales, empezaron a animarse a investigar al poder y muchas causas han avanzado. La causa Vialidad va en línea troncal con la denuncia de Carrió solo que en lugar de Néstor se la juzga a Cristina Fernández de Kirchner como la cabeza de una asociación ilícita. Por ahora el juicio ha llegado a la etapa de los alegatos de los fiscales y resta aún los alegatos de la defensa, la sentencia judicial en primera instancia y en caso de ser condenada la Vicepresidente, habrá instancias de apelación por lo podrían pasar años, para conocer el veredicto definitivo de culpabilidad o inocencia.

En estos días el kirchnerismo con Cristina a la cabeza y el Gobierno por detrás apeló a una amenaza velada, No se metan con Cristina porque se viene el caos. Pero en esta reprobable actitud hay un dato muy importante: Cristina, el Gobierno y todo el kirchnerismo dan por probada que la matriz de corrupción llevada adelante desde el Ministerio de Infraestructura en los 12 años de Gobierno. Toda la retórica de su discurso y la épica de la movilización popular es simplemente desligar su responsabilidad penal en esos ilícitos y llamativamente insinuar desembozadamente que la corrupción es común a todos.

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La responsabilidad penal le compete a la Justicia. Pero Cristina Fernández ha sido responsable de lo ocurrido en su gobierno, porque no trató de un hecho aislado de corrupción. Fue una matriz que duró más de dos décadas.

Julio De Vido fue Ministro de Economía desde 1991 a 1999 y Ministro de Gobierno desde 1999 a 2003 en el Gobierno de Santa Cruz de Néstor Kirchner. Y luego a cargo del poderoso Ministerio de Planificación Federal e Inversión Pública del Gobierno Nacional durante toda la gestión del Kirchnerismo. Siempre con José López (el de los bolsos) y Cía. en el equipo. Se dijo durante mucho tiempo que De Vido era hombre de Néstor y que Cristina lo detestaba. Pero los hechos reales demostraron otra cosa. Cristina tuvo durante sus 8 años de gestión muchas oportunidades para apartar a De Vido y cía. del gobierno pero no lo hizo. Ni cuando asumió en 2007 ni cuando su marido falleció en octubre de 2010. Y lo sostuvo siendo De Vido el único ministro que duró toda su gestión. Otra suerte corrieron los distintos Jefes de Gabinete,  Ministros de Economía, Educación, Seguridad, Defensa, Salud, etc, etc.. Pero De Vido y cía., donde ya se reconoce que hubo corrupción generalizada, incluyendo a empresarios ligados al Macrismo en dichos de la vicepresidente, eran intocables.

El repudiable ataque del Presidente al fiscal Luciani, su morbosa comparación con el destino del Fiscal Nisman, ahora para Fernández suicidado (en 2015 marchaba junto a los fiscales asegurando que había sido asesinado) y el fallido intento de una reedición de un 17 de Octubre que terminó en una escasa y pobre manifestación de apoyo a la Vicepresidente, tal vez los haga reflexionar. A Cristina no la absolvió la historia. La vicepresidente ha confundido el triunfo electoral de 2019 con una absolución histórica. En una república la justicia la dictan los jueces. Creer otra cosa, además de antirrepublicano, es peligroso. Si, como ella cree, en 2019 el pueblo (o la historia) la absolvió, entonces la elección de 2021 la condenó. Y la pobre convocatoria en su apoyo de este sábado sería el fallo definitivo.

Cristina suele compararse con Lula. Tal vez deba mirarse en el espejo de nuestro vecino. Lula, con mucho más apoyo popular que ella, se defendió en tribunales. En su condena dejó testimonio simple y concreto de su posición sobre las injerencias e implicancias políticas de su proceso judicial pero aceptó estoicamente el fallo sin empujar a su pueblo a una confrontación desgarradora porque apostó a la paz social. Y por último, fue la propia justicia que revirtió el fallo condenatorio del líder brasileño. Eso es lo que distingue a un líder. Pone el interés de su Nación y de su gente por encima de su suerte personal.

(*) Andrés De Leo es senador provincial de Juntos y presidente de la Coalición Cívica en la provincia.

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