Por Juan Manuel Negri (*)
A un año de la pelea electoral, tanto en los despachos de la oposición de Juntos, como en los del peronismo, hay conciencia en que el Frente de Todos tendría el boleto picado a nivel nacional, empujado a un eventual balotaje con la crisis económica como principal combustible para el rechazo en las urnas, pero se debaten sobre una probable supervivencia en la provincia de Buenos Aires, donde el oficialismo tiene fortaleza con una potente maquinaria partidaria en el Conurbano, el empuje de Cristina Kirchner y, nada más ni nada menos, que la billetera del Estado. Las opiniones están divididas en ambas constelaciones: hay amarillos que consideran que el peronismo podría conservar el territorio bonaerense, hay frentetodistas que piensan que la derrota nacional también haría naufragar un repliegue táctico en la provincia y a la inversa.
“¿Cuándo hubo un Gobernador de un signo político diferente al del Presidente? Nunca”, descarta uno de los consultados, que, con evidente resignación y más de tres décadas de trayectoria política, olfatea una doble derrota en las elecciones 2023. Sin embargo, la fuente olvida, de manera premeditada o fortuita, la única experiencia exitosa desde el retorno de la democracia. En 1999, al borde del estallido social, la fórmula peronista Ruckauf-Solá, obtuvo menos votos que el binomio Meijide-Posse, pero igual se terminó imponiendo por las voluntades aportadas por Acción por la República, el partido de Domingo Cavallo, y por la UCedé. En esas elecciones Fernando de la Rúa resultaría electo presidente como referente de la Alianza y Ruckauf se erigiría como gobernador bonaerense, lo que llevaría a prolongar por 28 años la hegemonía del peronismo en la provincia de Buenos Aires hasta la disruptiva llegada de María Eugenia Vidal.


¿Cómo fue posible? El instrumento fueron las famosas listas colectoras que por caso en la actualidad conviven en formatos como el de la ley de lemas que rige en Santa Cruz, en Formosa y en Misiones y recientemente se sancionó en San Juan, por impulso de Sergio Uñac. Las listas colectoras permiten que una misma fórmula pueda ir colgada a varias boletas, como pasó con Rukauf que cosechó los votos de Cavallo y la UCedé. Más cerca en el tiempo, en 2007, fueron usadas por Roberto Lavagna y Elisa Carrió, que fue traccionada por la actual titular del PRO, Patricia Bullrich, que encabezaba una de las dos listas para diputados nacionales. Eran otros tiempos. En 2015, el gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, sumó votos a Mauricio Macri, Sergio Massa y Margarita Stolbizer y mantuvo la misma lógica al interior de su provincia. En ese trayecto, en 2011, Cristina Kirchner en el decreto de reglamentación de las PASO, fue una de las que avaló las listas colectoras, pero en 2019, antes de abandonar el poder Mauricio Macri se aseguró de que queden prohibidas mediante un decreto. ¿Se podrían desempolvar?
Por estas horas, desde algunos laboratorios peronistas que alertan sobre el riesgo electoral en la provincia pusieron sobre la mesa idea de reestablecer las listas colectoras, materialmente factible por tres caminos, vía decreto, judicial o legislativa. ¿Axel Kicillof podría ser el nuevo Ruckauf? Es sabido que, por el aceptable desempeño en las encuestas,por ser uno de los candidatos del kirchnerismo que mejor fideliza el voto de Cristina Kirchner, y por el todopoderoso respaldo de la vice, el Gobernador parece destinado a jugar por reelección en 2023, descartada la aventura presidenciable, que emerge en los borradores de algún plan de emergencia lejanísimo. En las usinas frentetodistas imaginan una especie de i griega “Y” invertida, que garantice la competencia de todas las tribus en territorio y sume votos a las categorías de gobernador y de presidente. “Le podría solucionar un problema a la oposición frente a la suspensión de las PASO”, buscan tentar ciertos promotores, aunque queda flotando la incógnita, en un rápido control de daños, sobre qué ocurriría con los acuerdos territoriales que podrían rubricar sectores libertarios con Juntos por el Cambio, una chance que analizan referentes del PRO del Conurbano.
Son varios los campamentos del Frente de Todos que consideran que una interrupción de las elecciones primarias reforzaría la lógica del dedo y expulsaría a actores territoriales que podrían aportar votos clave ante una elección que probablemente se defina mano a mano. Desde hace tiempo, el peronismo demostró que la máxima de que “el que gana conduce y el que pierde acompaña”, que suele repetirse falsamente, no es más que una expresión de deseos. Sobran los ejemplos de rivales pejotistas se acompañaron, pero hasta la puerta de los cementerios e incluso destaparon bebidas espumantes ante el fracaso amigo. “En algún lado vamos a terminar todos los que nos quedemos afuera”, advirtieron a este medio, en alguna otra editorial, aquellos que mastican bronca por la suspensión de las PASO que impulsan diferentes sectores del oficialismo, como gobernadores, intendentes, massistas y camporistas.
En clave territorial, queda en evidencia que, a priori, las listas colectoras no parecen ser una propuesta seductora para los intendentes de ningún color político, que, como ya se explicó en este espacio, se verían beneficiados ante una suspensión de las PASO, al no malgastar tiempo, recursos y energías en compulsas interna y además tener control de la confección de las listas. Tampoco suena atractivo para otros sectores que tienen en su poder la lapicera, como ocurre, por ejemplo, con La Cámpora en el Frente de Todos, que ahora se muestra proclive a resolver una interrupción de las elecciones primarias en 2023. Basta con recordar las decenas de listas que la Junta electoral partidaria bajó en 2021 para garantizar la reducción de la oferta electoral. “Los cambios profundos se hacen desde la Casa Rosada, la Gobernación y los parlamentos, como siempre solía repetir Néstor Kirchner”, dispararon desde uno de los laboratorios.
En una primera lectura, la idea de la vuelta de las listas colectoras,aunque parece improbable, sirve para extraer algunas conclusiones sobre el escenario político y sugiere el creativo ejercicio de imaginar qué clase de criaturas electorales podrían cobrar vida si se combina su regreso con la suspensión de las PASO.
El globo de ensayo que echan a correr desde orillas oficialistas en medio de un escenario tan aleatorio como turbulento, exhibe con cabalidad el temor de parte del peronismo de encaminarse a derrota segura en la “madre de las batallas”, con el antecedente todavía fresco de 2021 donde la oposición logró imponerse por escaso margen en la provincia de Buenos Aires, con victorias en cuatro de las ocho secciones electorales y el recorte de votos en bastiones claves del Frente de Todos en el Conurbano, con el agravante de que, como es bien sabido, en territorio bonaerense la elección de Gobernador se define por apenas un voto de diferencia.
Asimismo, la propuesta evidencia que tan avanzada está la intentona de suspender las PASO, que, si bien se enfrió por la discusión del Presupuesto 2023 en el Congreso nacional, este domingo 16 de octubre pasadas las 9 de la mañana, en el oficialismo y en la oposición, consideran que están caídas y crece el consenso sobre la conveniencia de avanzar en el Congreso con una ley nacional y, posteriormente, en la Legislatura bonaerense.
Esta semana en el PJ bonaerense, entre empanadas y sánguches, hubo congresales que bregaron por la interrupción de las elecciones primarias y Máximo Kirchner repartió el mazo al pedir más tiempo para “seguir debatiendo”. Sin embargo, no hubo voces discordantes por lo menos en el salón de la sede pejotista de La Plata, donde tienen en claro que una derrota en las primarias sería un certificado de defunción para el Frente de Todos. Tal como se observó con anterioridad, en la Gobernación vienen aludiendo a la imposibilidad de llevar adelante unas PASO por cuenta propia e incluso Kicillof fue virando hacia una postura más abierta a la modificación.
El tercer elemento que dispara la idea del regreso de las listas colectoras es la necesidad del Frente de Todos de combinar una relativa estabilización de la economía, con el punto crítico centrado en la inflación que destruye mes a mes el poder de compra de los asalariados, con un escenario disruptivo en la oferta electoral, como condiciones para dar pelea en las empinadas elecciones 2023. La avanzada para suspender las PASO lo expone.
Da la sensación de que el Gobierno está forzado a patear el tablero, para tener una posibilidad, aunque remota, de conservar el poder, también en la provincia de Buenos Aires.
(*) El autor es director del diario digital Diputados Bonaerenses